22.5.07

instantánea (II)

Oscura sobre mí
como un Dios se alza
crepitante TINIEBLA
de sirenas muertas
cuando la catástrofe
el barco hundido
entre las olas se aleja
no lo veo
no lo puedo ver
mis ojos ciegos
ya no sirven
y me pierdo
en la furia de la tormenta

Esto no es un naufragio:
cada palabra que escribo
es un manotazo de ahogado.

15.5.07

instantánea (I)

Silenciosa entre mis dedos
QUIETUD
de terciopelo líquido
de cristal en astillas.

Prohibido un sueño
desestrellada la noche
desaparece mi sombra
y calla el viento.

Sin hojas no es árbol
y un cauce no es río;
mi bosque,
solo queda en la memoria.

Y con el humo se fue todo indicio de fuego
y mi pecho destemplado ya no siente
ni calor
ni frío.

4.5.07

Bombón

uno sguardo, e in un bacio si sciolgono le nostre emozioni

Se derrite el hielo
del barco hundido
de puntas filosas que no atraviesan
y se corta la me-lo-dí
a
se corta
porque no estás conmigo
porque cada segundo es un kilómetro de distancia
de interminable separación
los días
semanas
meses
de ausencia interminable
de corazones ocultos que no paran de latir
y se escuchan
los gritos desesperados
el llamado silencioso
se escucha
lo que la razón no entiende
lo que los ojos no ven
y si a cada encuentro desvío la mirada
es para no tener que besarte.

2.5.07

A F T

Había, entre todas las cartas, una, que llamó tu atención, aunque no sabías quién la había escrito ni por qué, esa una, esa única, carta que llegó sin destinatario y que te miraba, medio tristona, esperando a ser leída, esperando a que la abrieras de una puta vez, y cómo no ibas a hacerlo, cómo no ibas a abrir vos esa carta, tan llamativa que pasaría desapercibida al ojo de cualquier observador medianamente entrenado, esa carta, y vos, el sello de un destino que se abría, las primeras líneas que se desplegaban, que se dirigían a vos sin hablarte, que esquivan tus ojos y tus dedos y lentamente se te meten, por una improbable vibración del tímpano, en el cerebro, que quiere ser pelotudo pero hay veces en que no puede, vuelven las palabras como una música que creíste haber oído alguna vez, la carta se deshacía en tus manos y había, entre todas las noticias de los periódicos, una que llamó tu atención, y creíste recordar aquella función de la Filarmónica, la furia del primer movimiento de la quinta, el allegretto del KV 525, corriste a buscar tus discos, von Karajan o Masur, mejor Karajan con la Berliner, y pusiste el disco y cuando apretaste play te atravesaron como flechazos las cuerdas, y las pelotudeces, y la carta.