2.8.08

Todo empezó aquella tarde de verano. Tenía yo quince años, y mientras fumaba un pucho en la puerta del edificio vi llegar un auto seguido por un camión de mudanza. Del auto bajó una pareja cincuentona, seguida por sus dos hijos: ella una hermosa rubia veinteañera, flaquita, metro sesenta y cinco, una sonrisa inquietante y unos deliciosos ojos color miel, él alrededor del metro setenta y ocho, diecisiete o quizás dieciocho años, pelo corto castaño casi cobrizo, una espalda con largas jornadas de trabajo en el gimnasio, su mirada era azul y profunda, como ese aire de seriedad que transmitía la rectitud de sus labios. El padre, con su bigote ya canoso y una boina salida de otro planeta, se dirigió a los empleados de la mudadora para darle algunas indicaciones, y luego tocó el timbre del encargado del edificio. Las dos mujeres charlaban, luego de encender sendos Virginia Slims. Mientras yo contemplaba con una cierta curiosidad la escena, con la misma seguridad con que bajó del auto, el hijo se acercó a mí. Su voz, tan grave como su mirada, emitió las palabras mágicas: “Me llamo Juan, soy tu vecino del octavo ‘c’”.

Praeiudica Puannorum

Las chicas de Letras son todas putas; también: los chicos de Letras son todos putos: conclusión: la carrera de Letras es un puterío.

Claro, como si hubiera descubierto la pólvora. Tanto putas como putos se definen por su promiscuidad, por estar todo el tiempo on fire. ¿Y para qué sirve la literatura sino para incendiar…? Ellos se juntan y Panesi los cría. Después se sacan los ojos cual si fueran aves de rapiña y les agarran las ínfulas de no sé qué cuando algún pelotudo viene a decir ¡ay, Harry Potter es buenísimo! Entonces saltamos todos los putos a bardear a la industria cultural, al carácter cristiano y racista del mundo mágico, al garca de Harry que se garcha a la hermana del mejor amigo. Claro, nunca faltan las putas huecas que quieren defender al gil de Harry porque les reee caben las varitas mágicas. Tampoco nunca va a faltar el puto posmoderno que venga a decir que Harry Potter no existe, que es un arcaísmo residual destinado a los grandes mercados, incapaz de formar parte de la actualidad post-literaria. Y si eso no es un puterío…

En fin, no desentona con el medio. En la patria peronista nos podemos dar el lujo de tener como rector de la más alta casa de estudios a un gordito que vocifera que la política se siente, no se razona. A juzgar por semejante declaración de lucidez, debió haber sido puta en otra vida. Como las huecas de Letras, como los esquizofrénicos peronistas de izquierda. Dejáte de joder, hermano. ¿Pasaron más de sesenta años y siguen pensando que la conservación del capitalismo puede ser de izquierda? Perón, Evita, la patria socialista. Más claro, imposible. Y los tenemos en la Universidad, a estos tipos que creen en un movimiento cuyo mito fundante es la llegada de un mesías vestido de milico. De acuerdo, se salvan de la crítica frankfurtiana a la fe racionalista, pero… ¿de qué manera? Parecen no haber pasado por Descartes, ni siquiera por Platón. Claro, deben haber estudiado en Anillaco, leyendo a Sócrates.

Todos putas, y yo emputeciéndome en ese medio. “Putas, putas, putas… llevándome a la perdición”, declara un gran pensador contemporáneo[1]. Aunque, claro, yo soy uno más, no sé de qué me quejo. “Si ya pintó el bajón”… y bue, “vámonos de putas”. Por suerte, las de Puán 480 no cobran casi nada. Lástima que hay que escuchar cada pelotudez…





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[1] VILLANO, Niko (2000), “Putas”, en VILLANOS, No disparen.