¡Qué boca grande que tienes!
Y, no, no es para comerme:
será que es necesaria
tamaña apertura para liberar el caudal
de tanta verborragia que ni represas ni represiones pueden detener
será
la potencia de tu voz agrandándola en cada palabra
Y el contraste:
mis labios pequeños
no emiten
sonido.
***
(Busco la pluma y escribo. Pienso, recapitulo, voy recorriendo uno a uno los recuerdos, tratando de memorizar las impresiones del alma. Es imposible. Los soportes son distintos, y no hay palabra-concepto para aprehender eso que vos tan simple y delicadamente deslizás en un monema: "te quiero". Sí, monema, porque el objeto es indisociable del verbo, porque paciente y agente sólo cobran sentido en la acción, porque es la interdependencia y simbiosis lo que les da lugar en este mundo. "Te quiero": vos lo decís así; ¿y yo? Yo no puedo, decir "yo también" es como poner un espejito rebotín que intenta vanamente devolver el maleficio, y eso sí que yo-no-quiero. Entonces vuelvo, a la pluma y la memoria, tan infértil, tan fugaz, apenas sí conserva algún registro del cuerpo, mi cuerpo, cuando descubre el tuyo y reacciona, una sonrisa leve dibujada en mis labios, en los ojos un júbilo sutil, y la única respuesta posible, acercar mi humanidad para encontrarte en un abrazo: por un instante se detiene el mundo -y desaparece.)
***
Ojalá puediera
hablar como vos
con la mirada
ésa tan fuerte
-y pasional-
ésa que nunca calla
porque no necesita decir
ésa
sos vos
Y yo, del otro lado
con estos ojos tristes
empequeñecidos de tanto llorar
-de tanto callar-
espero
con estas palabras
el bálsamo.
***
Y a veces no puedo
ni siquiera
escribir.
De pretendida épica a aires de revista: operaciones que no hacen ni chicha,
ni limonada
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Hace 13 años.
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